“- ¿Cuánto es para siempre?
- A veces, solo un segundo.”
“Alicia en el
país de las maravillas”. Lewis Carroll.
Nadie nos dice que a lo largo de la vida nos vamos a
tener que enfrentar a muchos retos y procesos de cambio que van a suponer saltos
sin retorno a otras etapas en nuestra vida. Me viene a la mente la imagen de un
álbum de fotos, somos nosotros en etapas pasadas de la vida, a veces incluso
nos cuesta reconocernos en ellas y me pregunto que si la tendencia es
evolucionar, ¿cómo sabemos si estamos en un proceso de cambio? y ¿por qué a
veces no es un camino de rosas?
La respuesta no es fácil. Los cambios pueden aparecer
de manera natural, como sucede cuando pasamos de la infancia a la adolescencia
y vida adulta; pueden aparecer con acontecimientos vitales importantes como la
muerte de un familiar cercano o un amigo, una ruptura sentimental inesperada o una
enfermedad. Pocos hablan de los cambios personales repentinos que no se deben a
acontecimientos externos, crisis vitales o existenciales que nos plantean una
batalla interior contra enemigos invisibles que no sabemos cómo combatir. Objetivamente
no hay un cambio vital importante pero subjetivamente la sensación interior cambia,
digamos que está en la gama de grises y germina una sensación difícil de
definir y que se puede traducir en ganas de dar un nuevo impulso a la vida
y no saber ni por dónde empezar.
Conviene saber que:
- Un proceso de cambio es una batalla interior que enfrentaremos solos.
- Cada persona tiene su propio proceso de cambio, ni antes ni después, simplemente cuando viene.
- Estar en un proceso de cambio nos hace más vulnerables y puede hacer que tomemos decisiones incorrectas o aceptemos determinadas situaciones que en otros momentos serían impensables en nosotros.
- Un proceso de cambio supone un reto para aceptar estados emocionales nuevos y generar tolerancia.
Es
importante,
- No ser impulsivo.
- No tomar decisiones importantes.
- Aceptar estados emocionales nuevos como parte de la experiencia de vivir.
- Aceptar la experiencia de vacío emocional. Los vacíos emocionales no se pueden reemplazar, sustituir o llenar, como su propia palabra indica son vacíos, digamos que una especie de agujero negro que hay que aceptar como parte de nosotros.
En estas
etapas es muy importante que verbalices lo que piensas a una persona de tu confianza para que des un sentido lógico a tus
pensamientos y emociones, si no los pensamientos terminan por encapsularse, se
quedan enquistados, generan mucha presión interna y potencian tu diálogo interior.
Además, es muy importante que escuches el discurso que utilizas cuando hablas a
otros de tus pensamientos porque es un indicador emocional de cómo te sientes y
porque al hablar y dar sentido con palabras a tus pensamientos o emociones, liberarás
presión y te sentirás mejor.
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